Durante los primeros meses de vida del bebé es muy importante conocer que su ritmo respiratorio es irregular y ruidoso, y poco a poco irá siendo más regular y constante.

Su alimentación debe basarse en la lactancia materna o en su ausencia artificial. Teniendo especial atención a los posibles cólicos que le pueden dar tras las tomas.

Suelen dormir entre 16 y 20 horas al día, en intervalos de 2 a 3 horas, en los que se despiertan para comer, y reclaman mediante el llanto cuando tienen hambre.

Poco a poco va desarrollando sus sentidos y reflejos, los cuales se pueden estimular con el uso de sonajeros y juguetes. También inician sus primeros movimientos de brazos y piernas intencionados.

En esta etapa su peso y crecimiento se empieza a ralentizar. Comienza a sociabilizarse, prefiriendo estar en compañía y permaneciendo más horas al día despierto, pasando a dormir entre 8 y 10 horas diarias.

Los balbuceos y pedorretas se convierten en su principal juego, intentando producir sonidos y palabras como “ma” o “pa”.

Se desarrolla la visión del color del bebé, y son conscientes de lo que escuchan y ven, diferenciando sonidos y voces, al aumentar su capacidad de atención.

Aumenta su movilidad, por lo que se debe tener más precaución para evitar posibles accidentes. Es conveniente empezar en esta etapa los juegos de estimulación, ya que poco a poco va aprendiendo a coger los objetos.

Entre los 6 y los 12 meses aparece la dentición, los primeros dientes de leche en nuestros pequeños. Esto puede provocar en algunos casos molestias y fiebre, a la vez que le provoca la necesidad de llevarse todo a la boca.

Su alimentación ya no solo se basa en la lactancia sino que se le empiezan a añadir las papillas, y progresivamente carne blanca como pollo y pavo, carne roja, arroz, legumbres y frutas como la manzana, pera o plátano. Es importante introducir los alimentos con cuidado por la posible aparición de alergias. También empiezan a tener cierta autonomía en el uso de la cuchara para comer.

En cuanto al lenguaje, los balbuceos evolucionan. Se inicia el desarrollo verbal pronunciando sus primeras palabras al intentar imitar las que escuchan, y comienzan a responder a su nombre.

El bebé se vuelve más ágil, ganando fuerza en el cuello y las manos, lo que le facilita que se inicie en el gateo e incluso a estas edades algunos bebes ya se ponen de pie.

También aparecen sus primeros rasgos de temperamento y personalidad.

El lenguaje del niño continua evolucionando, cada vez identifica más palabras y objetos e intenta comunicarse mediante señas o emitiendo alguna palabra.

Cada vez tiene mayor autonomía gracias al desarrollo de su psicomotricidad, que le permite caminar con mayor seguridad. Pero no obstante, es el momento ideal para emplear la protección en el hogar y quitar las cosas peligrosas o inestables del alcance del pequeño.

La imaginación y la creatividad se incrementan por la curiosidad que se despierta en el pequeño, iniciando sus dibujos con garabatos.

Los dientes de leche siguen apareciendo y su dieta es cada vez más próxima a la familiar.

Su carácter y personalidad van tomando mayor forma, mostrando  picardía en algunas de sus acciones y llorando ante las limitaciones que se le presentan. Pueden aparecer las primeras rabietas cuando no consigue lo que quiere, por ello es importante en esta etapa indicarle los limites y empezar a educarle, empleando en algunos casos los premios como medio para que lo entiendan.

El ritmo de crecimiento es menor, ya camina por toda la casa con gran soltura y con ganas de explorar, siendo muy importante el tipo de calzado que use. La vigilancia en esta etapa sigue siendo muy importante.

Su vocabulario alcanza casi las 50 palabras y distingue los sonidos de animales o ruidos, además de reconocer a los miembros de la familia por sus nombres y en fotografías.

El biberón se debe de empezar a retirar progresivamente de su alimentación y la dieta ya no tiene restricciones, salvo excepciones por alergias o intolerancias, por lo que ya come de todo.

En esta edad próxima a los 2 años, es el momento de iniciar dos cambios importantes: el de la cuna a la cama, y el del pañal al orinal. También se debe empezar a enseñarle tareas y hábitos como el cepillado de dientes.